José Manuel Leceta: «Es un proyecto que va a ser el caso de éxito para construir una red nacional»
Un entrevista de Vida Económica
El Instituto Ricardo Valle de Innovación comenzó su andadura hace un año en el ecosistema tecnológico de Málaga. Se trata de un centro de investigación en innovación, desde áreas como el 5G o la inteligencia artificial hasta lo que se llama economía circular inteligente o el vehículo autónomo y conectado. José Manuel Leceta es su director general desde el pasado enero, y está convencido de que Ricardo Valle va a ser una de las piezas que complete al sistema de innovación en España.
¿Qué es el Instituto Ricardo Valle de Innovación?
El instituto legalmente es una fundación, la Fundación Instituto Ricardo Valle de Innovación. Ahí las palabras claves son fundación, instituto e innovación, y por supuesto, el liderazgo de una persona que es emblemática no solamente en Málaga, sino en España. El instituto nace de la patronal Ametic, y es el primero de las concreciones de una red nacional. Es un proyecto que tiene su primera concreción en el nodo de Málaga, que aprovecha la masa crítica que hay aquí de empresas, de emprendedores, de investigadores, y que va a ser el caso de éxito para construir una red nacional que venga a completar lo que le falta al sistema de innovación.
¿Cuál es la esencia del Instituto?
A veces se piensa en esta primera lineal: del laboratorio al mercado. Pero lo contrario también es cierto: de los mercados al laboratorio. Y es este camino a la inversa el que quiere catalizar Ricardo Valle. De hecho, nuestro mantra es federar la demanda. ¿Dónde? En mercados internacionales. ¿Con quiénes? Con las empresas que ya están en mercados internacionales. ¿Por qué? Porque si tienes una fuerza de mercado puedes también crear un efecto de arrastre sobre el sistema de conocimiento.
¿Y su misión?
La innovación sirve para dos cosas: para hacer lo que ya sabes de manera más eficaz y para hacer cosas que nadie hace. Por tanto, la innovación también crea mercados. Nuestra misión es pensar a lo grande modelos de negocio de la mano de empresas que están en el patronato, que ya están en mercados internacionales y que saben muy bien lo que significa competir en diferentes mercados. Y a partir de ahí, con ingeniería inversa, tirar del conocimiento local, si es que lo hay aquí; nacional, si es que no lo hay aquí, e internacional, si es que hay que tirar del conocimiento de fuera. Porque los mercados y el conocimiento son globales, mientras que la innovación se produce en determinados lugares. Por ejemplo, donde hay una agregación de activos humanos o donde hay ambición.
¿Qué es la innovación?
Si la innovación es algo, tiene que ser negocio. Como te decía, en mercados actuales o potenciales; mercados que conocen las empresas o que quieran explorar. La innovación es también explotación del conocimiento disponible y exploración de modelos de negocio nuevos. Esto es lo que decía sobre para qué sirve la innovación. Sirve para competir mejor y para crear nuevos mercados. Y todo esto está en el ánimo del Instituto. Estoy muy convencido de que esto es lo que hay que hacer.
¿Cuál es la función en Málaga del Instituto Ricardo Valle?
El Instituto organiza sus actividades en una serie de áreas, que en este momento son diez. Son verticales porque ahí confluyen mercados y también tecnologías emergentes o habilitadoras. Es el caso de la microelectrónica, que quizás es la más conocida. Un segundo grupo de áreas de trabajo son las que llamamos tecnologías digitales trasversales: 5G, inteligencia artificial y ciberseguridad.
Luego tenemos un grupo más numeroso, que son las seis restantes: industria 4.0, foodtech, economía circular inteligente, salud, sistemas embarcados y el vehículo autónomo y conectado. Estas son las diez áreas de trabajo, aunque estamos abiertos a otras. De hecho, estamos trabajando en el turismo por ejemplo.
¿Hay alguna de estas áreas que esté más avanzada en sus objetivos a conseguir?
En estas diez verticales tenemos un mix de empresas y de proyectos que están en fase más o menos avanzada. Pero te citaré dos de los que tenemos en fase de ejecución. Uno se presentó el año pasado a una convocatoria de 5G para el vehículo autónomo y conectado. Es un proyecto que lidera Dekra, el 5G Vek. El otro proyecto lo llamamos Zenit, y se lleva a cabo en colaboración con el Clúster Smart City de Málaga.
¿Cómo es el modelo de negocio del Instituto?
Te hablaba de la demanda, pero la otra característica diferencial de esta fundación es que va a ejercer un papel de holding. Va a vehicular algunos de sus proyectos a través de empresas de nueva creación. Esto, por dos razones. O porque esas empresas tengan un futuro después de la ejecución del proyecto, y por tanto, de provisión de servicio, o porque tengan una propiedad intelectual a valorizar. Pero esto no lo hace todo el mundo. Aquí no hablamos de startups o de spin off solo. Hablamos también de spin out y de spin in.
¿Qué objetivos tiene el Instituto a corto plazo?
Este año tenemos el objetivo de generar diez empresas de nueva creación. El año pasado se generaron dos, una de microelectrónica y otra de la mano de Bernardo Quintero y del ecosistema de Google en Málaga, que se llama Tamiza.
¿Y más a largo plazo?
Las vías de monetización a corto plazo van a ser en proyectos. Algunos de ellos subvencionados, como Zenit y el 5G Vek. Y en el largo plazo, cuando estas empresas crezcan, serán un ingreso extraordinario que permitirá también a la Fundación sostenerse. Hay un tercer objetivo, que es crecer en el número de entidades adheridas. En este momento son unas 30, y este año tenemos que incorporar como mínimo diez nuevas. De hecho, en el Inno-Day presentamos esta dualidad: o colaborar con la Fundación en proyectos con las entidades que ya forman parte de la comunidad Innova, o incorporarse a la comunidad Innova. Y la verdad es que nada más salir de la reunión ya nos estaban llegando correos.
¿Cómo son esos proyectos?
La Fundación tiene interés cuando son proyectos de cierta entidad, y que además sean colaborativos. Si son proyectos individuales y están en empresas que no están ni siquiera en la Fundación, no le vemos sentido a que intervengamos nosotros. Tampoco nos tenemos que volver locos y montar aquí mil proyectos, esto no tiene que ser una fábrica. Tenemos que montar operaciones de impacto y que vengan a cambiar la percepción y la geografía de la innovación en un lugar tan emblemático como Málaga.
¿Cómo surgió la idea del Instituto?
Todo esto es también producto de la pandemia. Había aquí un club de ejecutivos, y parece ser que alrededor de la pandemia se plantearon que, además de reunirse y hablar, tenían que actuar. Y eso es el Ricardo Valle: es la expresión de una voluntad. El ir más allá de la coexistencia para cambiar el futuro. Y cuando uno aterriza aquí y escucha que Felipe Romera dice que el futuro del Parque es la Fundación Ricardo Valle, o que el alcalde dijo que lo más importante que ha ocurrido en Málaga en los últimos 23 años es la Fundación Ricardo Valle, uno siente una cierta responsabilidad de que tenemos que estar a la altura. Y esto lo vamos a hacer posible y va a ser estupendo.
¿Quién fue Ricardo Valle?
Fue profesor primero de la Escuela de Telecomunicaciones de Madrid, y luego creó la de Barcelona. Fue un visionario. Entendió, en el momento de la democracia, que había que modernizarse. De hecho, la escuela de Madrid era impresionante. Yo empecé en el año 80 y era una escuela increíble, de orientación de proyectos, de soluciones de problemas…
Luego he sabido que a principios de los 80 se planteó crear una subsidiaria del MIT (el Instituto Tecnológico de Massachusetts) en España, que se llamó el Instituto Tecnológico para Postgraduados, y Ricardo Valle fue su director.
Esto luego se ha hecho en otros países y el MIT se ha internacionalizado, pero es que estamos hablando de final de los 70 o principios de los 80. Parece ser que Ricardo se adelantó a su época.
¿Y por qué se eligió su nombre para este Instituto?
Yo no he conocido a Ricardo Valle, pero ha inspirado a toda una generación de profesores y de profesionales. Lo que convence es lo que emociona, y cuando detrás de una historia hay un caso personal, parece que nos resulta más cercano. Yo creo que Ricardo Valle merecía un tributo. Además, no en términos de lo que hizo, sino en términos del futuro que hay que construir. Esto me parece que es hasta más ilusionante todavía, porque lo hacen las personas. Es fascinante que el futuro lo cambien las personas.